SECCIONES

HISTORIA DE LA VENTA

Cuadro Obra de Evaristo Alguacil




















No sabemos a ciencia cierta desde cuándo existe la “Venta Teresa”, pero una de las escrituras más antiguas cita de principios del 1800. Nos hacía saber la dueña de esta escritura, que anteriormente ya existía la Venta Teresa, aunque la gente la conocía como “La Venta LLuvís”, y más tarde, como “La Venta del Cremat” debido a que el mismo dueño se quemó al intentar apagar un fuego que se originó en las cuadras. Él, subió al tejado para desde el mismo intentar apagarlo, pero se hundió, cayéndose así sobre las llamas.

“La Diligencia” de antaño, la cual estaba hecha de madera y era tirada por caballos, (lo que hoy conocemos como “La Alcoyana”) tardaba unas diez horas para llegar a su destino, (Alcoy desde Alicante e inversa). El viaje costaba ocho reales, pero la carretera no estaba como la de hoy, es decir, era mucho más pendiente y abrupta, pero intentaban acortar camino subiendo lo más recto posible. Así pues, cogían el camino que ladeaba la Venta hacía el “Pou de la Neu”, pasando por “La Sarga”, “San Antonio” (de Alcoy) hasta llegar al mismo Alcoy. Aquellos tiempos eran muy fríos, y debido a las grandes nevadas, muchos inviernos, tenían que quedarse a dormir en la Venta. Cuando los pasajeros o trabajadores que se hospedaban en la Venta no tenían dinero, cambiaban por trabajo el que “La Tía Teresa” les diera de comer y dormir allí.“Los Migueletes”, es decir, la Guardia Civil, hacían su ronda por todas las masías y llevaban un libro en el que “La Tía Teresa”, y hasta nosotros mismos cuando entramos, debíamos de firmar.
Ya entonces, “Los Ermitaños” que vivían y tenían cuidado de las ermitas, arreglaban la carretera. Los carreteros se apiadaban de ellos dándoles conversación, tabaco, o algún chusco de pan con algo (si podían).La Venta Teresa siempre ha sido un centro neurálgico, era el epicentro de todo movimiento en los alrededores de ésta: se compraban animales, se cambiaba vino por sal, se quedaban a dormir los diversos trabajadores que subían a faenar en la montaña: picapedreros, podadores de árboles, trabajadores de la tierra, los que ponían la luz, etc. En la Venta nunca faltaba de nada ya que subían vendedores de todos los pueblos de alrededor a vender a Alcoy y demás. Afortunadamente para la “Tía Teresa”, tenían que pasar por allí.
Mucha gente también tenía que subir a el “Pou de la Neu” para comprar hielo. Como los carruajes iban tan despacio, casi siempre iba un chiquillo acompañándoles. Cuando se iban acercando, enviaban al chaval para avisar a la tía Teresa (y anteriormente a la madre de ésta) para que empezase a preparar la paella o la comanda que le hacían. Nos ha llegado a nuestros oídos que el padre de la tía Teresa, tenía un perro que al llamaba “Mayo”; que cuando le pedían una paella de conejo con caracoles le decía:-¡Hala, Mayo, ves y porta un conillet! (¡Hala, Mayo, vé y trae un conejo!).El perro, muy obediente, cumplía con su deber muy eficientemente. Más de una vez, como los carreteros y vecinos sabían de su habilidad, cuando le veían con un conejo en la boca, le llamaban con tono muy cariñoso. Pero... como el perro era muy inteligente les hacía una especie de saludo moviendo el rabo porque les conocía, pero se iba a la Venta para llevarle a Lluvís el conejo. En aquellos tiempos le daban mil duros por el perro pero él no quiso de ninguna manera. Para que se hagan una idea, el salario de un día era; a peseta y “gobernat” (que le daban cama y de comer).
Con la modernidad, vinieron los coches y camiones de “Gasógeno”, que funcionaban con cáscara de almendra, carbón, madera... Se calentaban un montón y cuando llegaban a la Venta hacían “la paraeta” para reponer el agua que necesitaban sus vehículos e incluso para ellos mismos. El autobús de línea tenía parada obligatoria aquí. Esto se debía a que siempre tenían que ponerle agua y a menudo se rompían; y los diferentes venteros socorrían al conductor y a los pasajeros. Hoy en día muchos de nuestros clientes siguen con las costumbres de sus antecesores. Una vez, un buen cliente y amigo un día le respondió a un amigo suyo que le preguntaba delante nuestra, que por qué paraba a la bajada y a la subida en la Venta.Y éste le respondió: -¡Porque subir y bajar la Carrasqueta y no parar en la Venta Teresa, es como un jardín sin flores!. Cosa que por supuesto nos llenó de orgullo.
En la cima de la Carrasqueta había un puesto de auxilio de la Cruz Roja, pero estoy por decir que la Venta tenía también esa función ya que si les hacía falta cualquier cosa aunque estuviera cerrado, sabían que aquí tenían de todo y siempre se volcaban con la gente si lo necesitaban.